Lenguaje Artístico
Complementario 4°3 4°4. Prof. Luciano Di Carlo
Trabajo practico n4
Investigar
sobre el folclore argentino
1)
¿Qué es el folclore y que etimología tiene?
2)
Describir las distintas áreas folclóricas argentina
3)
Describir al tango y a la música litoraleña
4)
pintar en un mapa político las distintas áreas folclóricas argentinas y nombrar
las provincias que la conforman
Folclore
El folclore o folklore (del inglés folk,
‘pueblo’, y lore, ‘acervo’, ‘saber’ o ‘conocimiento’)nota 1 es el cuerpo
expresivo de la cultura compartida por un grupo particular de personas; abarca
las tradiciones comunes a esa cultura, subcultura o grupo. Estas incluyen
tradiciones orales, como cuentos, leyendas, proverbios, chistes, música
tradicional y cultura material, que va desde los estilos de construcción
tradicionales hasta los juguetes hechos a mano. El folclore también incluye las
tradiciones, las formas y rituales de las celebraciones como la Navidad y las
bodas, las danzas folclóricas y los ritos de iniciación.
Cada uno de ellos, ya sea en combinación
o individualmente, se considera un elemento folclórico. Tan esencial como la
forma, el folclore también abarca la transmisión de estos elementos de una
región a otra o de una generación a otra. El folclore no es algo que se pueda
obtener a través de un currículo esc
olar formal o del estudio de las bellas
artes; estas tradiciones se transmiten de manera informal de un individuo a
otro, ya sea a través de la instrucción verbal o la demostración.
En 1960, la Unesco designó el 22 de
agosto de cada año como Día Mundial del Folclore como reconocimiento a William
Thoms, creador del término folclore.
Historia
de la música folklórica de Argentina
La música folklórica de Argentina
encuentra sus raíces en la multiplicidad de culturas indígenas originarias.1
Cuatro grandes acontecimientos históricos-culturales la fueron moldeando: la
colonización española y la inmigración africana forzada causada por el tráfico
de esclavos durante la dominación española (siglos xvi-xviii); la gran ola de
inmigración europea (1880-1950)2 y la gran migración interna (1930-1980).
Aunque estrictamente «folklore» solo es
aquella expresión cultural que reúne los requisitos de ser anónima, popular y
tradicional, en Argentina se conoce como «folklore», folclore, o «música
folklórica» a la música de autor conocido, inspirada en ritmos y estilos
característicos de las culturas provinciales, mayormente de raíces indígenas y
afro-hispano colonial. También puede encontrarse la expresión equivocada
"música de proyección folklórica" para referirse al folklore. Esta
expresión va referida a la música basada en gran parte en el folklore, no al
folklore en su pura forma tradicional, lo que distingue a ésta del folklore es
la incorporación de elementos de otras músicas como por ejemplo el jazz (un
ejemplo es Eduardo Lagos), y aunque esto pueda seguir sonando a folklore, el
término se aplica únicamente a la tradición.
En Argentina, la música de proyección
folklórica comenzó a adquirir popularidad en los años treinta y cuarenta, en
coincidencia con una gran ola de migración interna del campo a la ciudad y de
las provincias a Buenos Aires, para instalarse en los años cincuenta, con el
«boom del folklore», como género principal de la música popular nacional junto
al tango.
En los años sesenta y setenta se
expandió la popularidad del «folklore» argentino y se vinculó a otras
expresiones similares de América Latina, de la mano de diversos movimientos de
renovación musical y lírica, y la aparición de grandes festivales del género,
en particular del Festival Nacional de Folklore de Casquín, uno de los más importantes
del mundo en ese campo.
Luego de ser seriamente afectado por la
represión cultural impuesta por la dictadura instalada entre 1976-1983, la
música folklórica resurgió a partir de la Guerra de las Malvinas de 1982,
aunque con expresiones más relacionadas con otros géneros de la música popular
argentina y latinoamericana, como el tango, el llamado «rock nacional», la
balada romántica latinoamericana, el cuarteto y la cumbia colombiana.
La evolución histórica fue conformando
cuatro grandes regiones en la música folklórica argentina: la
cordobesa-noroeste, la cuyana, la litoraleña y la surera pampeano-patagónica, a
su vez influenciadas por, e influyentes en, las culturas musicales de los
países fronterizos: Bolivia, sur de Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.
Atahualpa Yupanqui es unánimemente considerado como el artista más importante
de la historia de la música folklórica de la Argentina.5
Raíces
indígenas
Salvador Canals Frau en su libro
Prehistoria de América, enseña que la música, junto al canto y la danza,
posiblemente aparecieron en América junto con los primeros seres humanos que
llegaron a ese continente.6Entre los primeros instrumentos musicales
encontrados en Sudamérica, se encuentran la flauta primitiva y la churinga,
está última de gran difusión en Australia y que está especialmente presente en
las culturas patagónicas, una de las similitudes tenidas en cuenta por el
antropólogo Antonio MéndesCorreia, para sostener su hipótesis sobre el origen
australiano del hombre americano y su ingreso por el extremo sur del
continente.
En el actual territorio argentino existieron
cuatro grandes áreas de culturas indígenas: la centro-andina, la
mesopotámica-litoraleña, la chaqueña y la pampeana-patagónica. Las dos primeras
caerían bajo dominio español a partir del siglo XVI, pero las dos segundas se
mantendrían independientes hasta fines del siglo XIX. El Instituto Nacional de
Musicología Carlos Vega posee una colección de más de 400 instrumentos
musicales indígenas y folklóricos, cada uno de ellos con su respectivo análisis
organológico, algunos de los cuales pueden ser vistos en el Museo Virtual de
Instrumentos Musicales que el mismo mantiene en su sitio web.7
Área
centro-andina
Las culturas del área centro-andina se
caracterizaron por haber desarrollado civilizaciones agro cerámicas
sedentarias. Estas culturas han tenido una alta influencia en el folklore
argentino «andino», tanto con referencia a los instrumentos, como a los estilos
musicales, las líneas estético-musicales, e incluso el idioma, principalmente
el quechua. Entre los instrumentos su influencia ha sido decisiva para el
desarrollo de los instrumentos de viento, característicos del folklore andino,
como el siku, la quena, el pincullo, el erque, la ocarina de cerámica, etc.,
construidos generalmente en escala pentatónica, así como la caja, que ocupa un
papel central en el canto bagualero.
Entre los estilos musicales indígenas,
aportados al folklore argentino, se destaca la baguala, procedente de la nación
diaguita-calchaquí.También el yaraví, antecedente de la vidala, y el huayno,
provienen de la civilización andina prehispánica.El carnavalito jujeño, danza
prehispánica de gran importancia folklórica, ya se bailaba en la zona norte a
la llegada de los europeos.La chaya, que luego caracterizaría al folklore
riojano, también proviene del arte diaguita dedicado a celebrar la cosecha.11
Leda Valladares, especialmente, ha
puesto de manifiesto la importancia del canto con caja en la cultura andina.
En Argentina el canto con caja tiene
tres canciones y múltiples repertorio de ellas: baguala, tonada y vidala. Cada
una pertenece a un sistema musical diferente... Grito en el cielo nos instala
en el canto ancestral con una técnica de expresión milenaria y poderosas
melodías. Los sagrados cantores de los valles, los «vallistos» que descienden
de los siglos andinos nos están esperando en los cerros del noroeste argentino
para revelarnos otra dimensión del canto, terrestre y sideral. Al escucharlos
aterrizamos en América y la descubrimos. Sus discursos de cantores es la
suprema desnudez: solo tres notas escalofriadas por la voz del abismo. Este
rayo nos inicia en el canto planetario que establece la jerarquía del grito y
el lamento como sacralidades del iniciado.
Área
litoraleña
En el área litoraleña, se destacó la
cultura agro-cerámica guaraní, de la cual provienen gran cantidad de elementos
del folklore actual. Muchos de estos elementos desaparecieron con la conquista,
como la mayoría de los instrumentos musicales (congoera, tururu, mburé, mbaracá,
guatapúmimby, etc).
Durante la colonización española, la
cultura guaraní evolucionaría de modo especial en las misiones jesuíticas,
creando una cultura musical autónoma, que influiría considerablemente en el folklore
litoraleño argentino.
Área
pampeana-patagónica
A diferencia de las regiones
centro-andina y mesopotámica-litoraleña, España no logró conquistar a los
pueblos indígenas que vivían en las regiones chaqueña y pampeana-patagónica,
los que finalmente resultaron militarmente sometidos por el Estado argentino
entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Por esta razón, en muchos
casos, la música indígena en estas áreas es interpretada, aún en el presente,
sin fusiones con la música proveniente de otras culturas presentes en
Argentina.
En el área pampeana-patagónica se
instalaron diversas culturas, entre ellas las más antiguas de las que vivieron
en el actual territorio argentino. Algunos de estos pueblos son: tehuelche,
pehuenche, mapuche, ranquel, yagán, selknam, etc. De todas ellas, la cultura
mapuche logró dominar gran parte de la región, a partir del siglo XVII, «mapuchizando»
a las culturas patagónicas y pampeanas, con excepción de las fueguinas.
La música mapuche aún sigue
interpretándose como se hacía antes de la llamada Conquista del Desierto
(1876-1880), la guerra mediante la cual Argentina conquistó los territorios
pampeano-patagónicos. Se caracteriza por un fuerte componente sacro, en la que
el canto a cappella tiene un rol destacado, y el uso de instrumentos musicales
de invención propia, como el cultrún, la trutruca, el torompe, la cascahuilla y
la pifilca.15Entre los estilos musicales origen mapuche se destaca el
loncomeo, que incluye una danza grupal al son de cajas y cuernos.16
Entre los testimonios de música indígena
patagónica, se destacan las grabaciones de canciones selk’nam (onas) y yaganes
realizadas por Charles Wellington en 1907 y 1908. También constituye un
documento de gran valor las canciones interpretadas por Lola Kiepja, conocida
como «la última selk’nam», recopiladas por Anne Chapman en dos discos
producidos por el Museo del Hombre de París, bajo el título Selk’namchants of
Tierra del Fuego, Argentina (Cantos selk’nam de Tierra del Fuego, Argentina),
algunas de las cuales pueden escucharse en Internet.
Área
chaqueña
En el área chaqueña se asentaron
culturas como la guaycurú (abipones, mbayáes, payaguáes, mocovíes, wichís y
pilagás), la qom y la avá guaraní. El igual que las culturas
pampano-patagónicas, tuvieron en común el haber resistido la conquista española
e impedido la colonización.
Los indígenas chaquenses utilizaron —y
aún siguen utilizando— una gran variedad de instrumentos musicales, como el
novike o n’vike, el cataqui o tambor de agua, el yelatájchoswoley (arcos
musicales), la guimbarda o trompl, los sonajeros de uñas y de calabaza, el
coioc, el naseré, el sereré y las flautillas chaqueñas.
La música de las culturas chaquenses
tiende a la interacción del músico con los sonidos naturales. Instrumentos como
el naseré, el sereré y el coioc, simulan el canto de los pájaros y provocan la
respuesta de estos, que se integran de ese modo a la experiencia musical.Uno de
los principales instrumentos de estas culturas, el nobique o n’vike, un
instrumento de una cuerda similar al laúd, ha inspirado una leyenda musical,
que le atribuye al instrumento haber dado origen al lucero del alba (Venus).
Entre los cantos ancestrales que se han
preservado se encuentra Yo ’Ogoñí (‘el amanecer’), un cántico qom que se
realizaba diariamente para cantar al nacimiento del sol.
Entre los grupos y artistas que ejecutan
música indígena chaquense, se encuentra el Coro Toba Chelaalapi, algunas de
cuyas interpretaciones pueden ser escuchadas en Internet.
Raíces
africanas
Solista de malambo.
Los africanos llevados como esclavos a
Argentina durante el período colonial, y sus descendientes nacidos en el
territorio que hoy es Argentina (afro-argentinos), contribuyeron en la
construcción de la Nación Argentina y su cultura. No es una excepción la
música, y dentro de esta la música folklórica.
El candombe fue folklore hasta poco
después la caída de Rosas (ver el artículo Candombe). Se sigue interpretando en
el presente, en varias de sus versiones (afro-porteño, afro-correntino, etc.);
entre ellos destaca el candombe porteño. Además se conservan otros ritmos
afro-argentinos como la zemba o charanda, ritmo asociado al culto de San
Baltazar que se realiza en el Nordeste argentino, en especial en Corrientes y
Chaco.
En cuanto al folklore argentino,
reconocido como tal desde hace años hasta hoy en día, que tiene influencia
africana y afro-argentina, destacan: la chacarera, la payada, la milonga
campera, el malambo (danza), y -quizás- el gato (danza). También tienen
influencias africanas el tango y la milonga ciudadana. En esta última los
afro-argentinos influyeron, sobre todo, en su danza. También la murga porteña,
tiene varios ingredientes recibidos por parte de los afro-porteños y su
candombe; de modo que al fusionarse estos ritmos con otros no africanos, surgió
la murga argentina.
Mientras que el origen exacto de la
chacarera sigue siendo poco conocido, se cree -y algunos afirman- que tuvo
origen en Salavina, (Provincia de Santiago del Estero). Esta danza tiene una
clara influencia africana notada en el ritmo ágil, sobre todo en el toque del
bombo legüero. Esto se podría comprender, si se tiene en cuenta la gran
cantidad de afrosantiagueños que había en los siglo XVIII y XIX en Santiago del
Estero; y sabiendo que casi un 70% de la población de Salavina a
mediados-finales del siglo XIX (época en la que se gestó la chacarera), era
afroargentina.293031 También, el historiador Juan Álvarez, mediante el
principio comparativo melorítmico de la escuela de Berlín, estableció (más que
posibles) filiaciones afro en estilos musicales como el tango, la milonga
bonaerense, el caramba y el marote.
De esta manera, la chacarera tendría
grandes aportes africanos, al igual que el malambo (danza) (cosa que se ve en
el vivaz zapateo, que comparte raíces africanas con los pequeños zapateos
afro-peruanos), el tango,3334 la payada, el gato (ritmo que influyó mucho en
la chacarera), la milonga campera pampeana, y la danza de la milonga ciudadana.
Raíces
coloniales
La colonización española y el mestizaje
biológico y cultural, llevaron a la creación de nuevas formas de música
popular, como la payada, estilo preferido del gaucho.
La colonización española aportó los
criterios estéticos, técnicas e instrumentos característicos de la música
europea. El mestizaje biológico y cultural que caracterizó la colonia, llevó al
desarrollo de danzas, instrumentos y técnicas musicales propias (mestizas o
criollas), que tendrán una influencia decisiva en el folklore argentino.
Entre los aportes europeos más
importantes se destacan la vihuela o «guitarra criolla» y el bombo legüero, y
un instrumento nuevo, el charango, una guitarrilla europea similar al tiple de
las Islas Canarias, fabricado con la caparazón de un armadillo, de gran
importancia para el folklore norteño andino.
Entre los más antiguos ritmos
folklóricos coloniales se destacan la vidala y la vidalita, cantos de honda
influencia indígena prehispánica, originariamente sagrados y de proyección
cósmica, derivadas de la baguala y el yaraví prehispánicos, acompañadas con la
caja andina o el bombo.
En las misiones jesuíticas los guaraníes
desarrollaron una música de estilo único, apoyada en el cordófono (arpa) y una
especie precursora del acordeón. Los misiones guaraníes fabricaron todo tipo de
instrumentos: órganos, arpas, violines, trompas, cornetas, clavicordios, chirimías,
fagotes y flautas. Allí aparece el chamamé tradicional.13
En el Archivo de Indias, en España, hay
documentación que demuestra que nuestra música ya existía cuando llegaron las
misiones jesuíticas a Yapeyú. Los jesuitas instalaron en esa zona la fabricación
más grande de instrumentos musicales del Río de la Plata y se cree que el
acordeón nos llegó con ellos, para suplantar al órgano en la liturgia. Lo
cierto es que al chamamé le vino bien por la escala diatónica y así se fue
incorporando. En la época de la colonia las damas de la sociedad aprendían a
bailarlo con maestros indios.
En el sur de la colonia española en el
Río de La Plata, en la frontera con el territorio indígena, se desarrolló una
música gaucha, de naturaleza individual, con presencia protagónica de la
guitarra criolla y el canto solista. Entre las danzas se destaca el malambo, un
zapateo masculino, nacido a principios del siglo XVII. De gran importancia
fueron las payadas, duelos de guitarra y canto entre gauchos.
También en la zona del Río de la Plata,
sobre fines del siglo XVIII apareció el candombe, estilo musical y danza creada
por los esclavos de origen africano, basada en ritmos de tamboril.38
Independencia
y guerras civiles
El pericón: la Independencia abrió un
período de creación de estilos musicales propios.
La independencia de España trajo
consecuencias muy importantes para el desarrollo de la música folklórica
argentina, al igual que en los demás países hispanoamericanos. En los años
inmediatamente posteriores a la Revolución de mayo de 1810, que dio origen al
proceso independentista, aparecen muchas de las danzas y estilos
características del folklore argentino, como el cielito, el pericón, el gato,
el cuándo, el escondido, el triunfo. Eneneral se trata de estilos vivaces y
picarescos, de raíz popular, que contrastaban con los estilos de salón
preferidos por la cultura colonial española.
«El cielito fue el gran canto popular de
la Independencia. Atraído por la revolución, vino de las pampas bonaerenses,
ascendió a los estrados, se incorporó a los ejércitos y difundió por Sudamérica
su enardecido grito rural».39Entre los cielitos patrióticos se destacan
claramente los compuestos por el oriental Bartolomé Hidalgo, fundador de la
literatura gauchesca. Uno de ellos dice:
Cielito, cielo que sí
Americanos unión,
Y díganle al rey Fernando
Que mande otra expedición.40
El pericón adquirió el carácter de una
danza patriótica, tanto en la Argentina como en Paraguay y Uruguay —que
inicialmente habían permanecido unidos—. También fue llevado a Chile por José
de San Martín, en 1817. En 1887, el músico uruguayo Gerardo Grasso compuso el
Pericón nacional, tema que es el que se baila en el presente en ambos
países.41
También el triunfo apareció entonces
como danza, para festejar, precisamente, el triunfo independentista. Una de las
letras más antiguas dice:
Este es el triunfo, niña
de los patriotas,
huían los realistas
como gaviotas.
Las guerras de Independencia y civiles
impulsaron también el ascenso de las vidalitas, rescatadas por «las cholas
tucumanas» para el canto de los soldados en campaña, debido a su contenido
«excluyente de penas y cargadas de chanzas, contraponiéndose a los lamentos de
la vidala».43De esta corriente surgieron las vidalitas de las guerras civiles
entre unitarios y federales, como la famosa Vidalita de Lamadrid:
Entre todos los estilos surgidos en este
período, fue el gato el que alcanzó la mayor popularidad y se convirtió en el
preferido de la cultura gauchesca.46El gato, un estilo vivaz y picaresco,
introdujo en la década de 1830, también las relaciones, un tipo de coplas
humorísticas que los bailarines recitan al detenerse la música, que también se
realizaron en el cielito, el pericón y los aires.47En las décadas siguientes
las relaciones se combinarían con el «aro-aro», característico de la cueca, un
grito que pronunciaban los asistentes al baile o los músicos, que tenía la
virtud de suspender instantáneamente la música, para dar paso a un momento de
brindis o relaciones humorísticas.48Esta costumbre de combinar el humor y la
música pasaría en la segunda mitad del siglo XIX a la chacarera y el
chamamé.49
De esta época data un personaje
legendario, Santos Vega, que es el primer músico popular famoso del folklore
argentino. Según la leyenda, Santos Vega era un payador tan extraordinario que
se atrevió a payar con el diablo, luego de lo cual desapareció para siempre,
sin que volviera a saberse de él.
Durante
la inmigración europea: tango y folklore
En la segunda mitad del siglo XIX
aparece el tango. Desde entonces la música popular argentina se caracterizaría
por la dualidad tango (ciudad)-folklore (campo).
La gran oleada inmigratoria sucedida
entre 1880-1950, principalmente europea (mayoría española), que influiría en la
música popular argentina.
Desde entonces, el tango, que tiene gran
influencia afro, y los demás ritmos del folklore aparecieron como formas
diferenciadas y hasta encontradas de la música popular argentina. El tango se
identificó con la música «ciudadana», mientras que el folklore quedó identificado
con la música rural. En esta confrontación, durante varias décadas el tango se
instaló como la música popular argentina por excelencia, postergando al
folklore, que permaneció aislado en los ámbitos locales de cada región.50
Previamente a este período aparecen
algunos géneros fundamentales del folklore argentino, como la chacarera, la
zamba, la milonga campera o simplemente milonga (décadas antes de la milonga
ciudadana) y la arunguita.
La chacara parece haber nacido a
mediados del siglo XIX, en Santiago del Estero (se dice, y algunos afirman, que
nació en Salavina), pero su origen histórico se desconoce. En la Chacarera se
nota gran influencia africana, sobre todo en el ritmo, cosa normal si se tiene
en cuenta la gran cantidad de afrosantiagueños que había en los siglo XVIII y
XIX en Santiago del Estero. La primera versión musical de la chacarera la daría
AndrésChazarreta, recién en 1911.51
Para fines de la década de 1860 aparece
la zamba argentina, estilo nacional argentino por excelencia, diferenciándose
de la zamacueca afroperuana —aparecida hacia 1824—52 de la que derivaría e
ingresada a la Argentina entre 1825 y 1830 por el norte, a través de Bolivia.
Por el oeste, desde Chile, quedó instalada en Cuyo la cueca cuyana y en La
Rioja como cueca riojana. La cueca norteña (o chilena a secas) en cambio hace
foco en Jujuy, expandiéndose a Salta y Tucumán en el último cuarto del siglo
XIX. Aunque a esta última cueca se la conoce en el NOA como chilena musical y
coreográficamente presenta diferencias con la actual cueca chilena ya que es
una versión más antigua de la cueca que ingresó al país desde Perú previa
escala en Bolivia. En general se reserva el nombre de chilena para las cuecas
bimodales.
La Zamba de Vargas es la más antigua de
las que se tiene registro y fue posiblemente la primera en aparecer con las
características de la zamba argentina.52 Cabe decir, que la cueca (tanto la
cuyana como la norteña) tiene casi el mismo ritmo que la zamba aunque más
rápido, por lo cual la cueca (desde hace bastantes décadas) es un género
musical diferente a la zamba.
También en la segunda mitad del siglo
XIX aparece en el Nordeste el chamamé (aunque recién adquirió este nombre en
los años treinta), como resultado de la fusión de los ritmos que llevaban
consigo los inmigrantes alemanes, alemanes del Volga, polacos, ucranianos y
judíos, principalmente la polka y el shottis, con los ritmos ancestrales de la
región, provenientes de la cultura indígena guaraní y de las tradiciones
afro-rioplatenses. El chamamé y el purajhei o polka paraguaya, serían el eje
alrededor del cual se estructuraría la música litoraleña, como una de las
grandes ramas de la música folklórica argentina. Al igual que el tango, las
danzas litoraleñas adoptaron una coreografía de pareja enlazada con libertad
para los bailarines, que se realizaban en bailantas populares. Desde entonces
el término «bailanta» se extendería por todo el país para designar los bailes
populares.53
A las últimas décadas del siglo XIX
corresponden payadores famosos como el porteño afroargentino Gabino Ezeiza o el
santiagueño José Enrique Ordóñez (el Zunko Viejo). Por la misma época el circo
criollo —aparecido en la década de 1840—, además de dar nacimiento al teatro
nacional, solía incluir números de danzas folklóricas.54
Resurgimiento
del folklore
Andrés Chazarreta inició el
resurgimiento del folklore argentino con sus históricas representaciones de
1906 en Santiago del Estero, interpretando la Zamba de Vargas, recopilada por
él mismo, y de 1921 en el teatro Politeama de Buenos Aires, con su Compañía de
Arte Nativo.
Ya desde fines del siglo XIX había
comenzado un esfuerzo por recuperar el folklore como música nacional, impulsado
por recopiladores como Ernesto Padilla, Andrés Chazarreta y Juan Alfonso
Carrizo, o compositores-cantores como Saúl Salinas, padre de la tonada
cuyana.55 La música folklórica comienza a divulgarse por el norte del país y
para los años veinte ya está lista para proyectarse nacionalmente.56
El resurgimiento nacional del folklore
se fue produciendo por etapas. El 25 de agosto de 1906 Andrés Chazarreta
realizó un histórico recital de guitarra en el Teatro Cervantes de Santiago del
Estero que inició con la interpretación de Zamba de Vargas, una canción popular
anónima, probablemente la primera en tomar forma de zamba argentina, a la que
se le ha atribuido haber sido tocada durante la trágica Batalla de Pozo de
Vargas de 1867 provocando la victoria santiagueña, y que el propio Chazarreta
recopiló tomándola de su entorno familiar. En ese momento se denominaba «música
nativa» —el término «folklore» y «música folklórica» para referirse a la música
popular inspirada en ritmos pertenecientes al folklore aparecería en los años
cincuenta— y el propio Chazarreta formó su Compañía de Arte Nativo del Norte
Argentino, que debutó el 19 de junio de 1911 y con la que recorrería el
país.57
Por entonces, Buenos Aires se constituyó
en centro para la difusión masiva de la música argentina, debido a la vitalidad
de su mundo del espectáculo, a ser la sede de las compañías grabadoras de
discos (los primeros discos argentinos para gramófono se grabaron en 190258),
y la sede de las principales radioemisoras (Buenos Aires fue la ciudad en la
que se realizó la primera transmisión radial de la historia, el 27 de agosto de
1920).
Si bien en los años '10 el dúo
Gardel-Razzano —que provenían del mundo de la payada y la milonga campera—,
integró su repertorio casi con exclusividad con canciones de base folklórica
(El sol del 25, El moro, El pangaré), se considera que el momento clave del
resurgimiento del folklore argentino fue la histórica representación que Andrés
Chazarreta en Buenos Aires, el 16 de marzo de 1921 en el teatro Politeama,
donde con gran éxito expuso sus recopilaciones de canciones populares como
Zamba de Vargas, La López Pereyra (compuesta por ArtidorioCresseri en 1901), La
Telesita, etc.57 En 1925 grabaría para el sello Elektra su primer simple, con
La 7 de abril y Santiago del Estero.
A partir de mediados de 1930, la ola
inmigratoria proveniente de ultramar comenzó a decaer, a la par que se generó
una gran ola migratoria interna, del campo a la ciudad y de las provincias (el
«interior») a Buenos Aires. Este último proceso llevó el folklore a Buenos
Aires, especialmente, y preparó las condiciones para lo que se llamaría el
«boom del folklore» en los años cincuenta y sesenta.
Primer disco de Atahualpa Yupanqui:
Camino del indio, 1936. Yupanqui recién alcanzaría el reconocimiento popular en
los años sesenta.
La escasa importancia concedida a la
música folklórica queda de manifiesto en una nota publicada por la revista
Sintonía en 1935, titulada «Recital indígena por Radio Fénix» en la que
realizaba la crónica de la presentación de un joven cantante, Atahualpa
Yupanqui:
Agradable nota artística y no muy
frecuente es la que ha ofrecido por le emisora Fénix, el intérprete Atahualpa
Tupanqui [sic, por Yupanqui]. La música indígena no ha tenido aquí una cabal
manifestación hasta que el magnífico pianista Argentino Valle la reveló en
emotivas interpretaciones. La actuación de A. Tupanqui [sic] no puede ser sino
elogiosamente comentada y es de esperar que el artista reafirme el comentario
periodístico con una actuación sobresaliente.59
El 1 de octubre de 1937 el sanjuanino
Buenaventura Luna (Sentencias del Tata Viejo) y su grupo La Tropilla de Huachi
Pampa (Entre San Juan y Mendoza), del que formaba parte el Dúo Tormo-Canales
(Antonio Tormo y Diego Canales) debutaron en Radio El Mundo de Buenos Aires,
abriendo camino a la difusión masiva de la música folklórica;60 el éxito llevó
a la emisora a poner en el aire en 1939, el programa folklórico El Fogón de los
Arrieros.61
En los años cuarenta se destacó el éxito
nacional del grupo santiagueño Los Hermanos Ábalos (Nostalgias santiagueñas, De
mis pagos, Chacarera del rancho), surgidos en 1939, y la aparición de una
generación de músicos clásicos, que utilizarían en sus composiciones los
estilos musicales del folklore argentino, especialmente Carlos Guastavino y
Alberto Ginastera. En esta década se generalizaron también los dúos
folklóricos, como el ya mencionado Dúo Tormo-Canales, y otros como el Dúo
Benítez-Pacheco, el Dúo Hermanos Cáceres, el de las tucumanas Vera-Molina,62 y
conjuntos como el exitoso LlajtaSumac dirigido por el dúo riojano
Velárdez-Vergara.
En 1942 Los Hermanos Ábalos alcanzaron
la fama en todo el país, al aparecer interpretando su Carnavalito en la
película La Guerra Gaucha, dirigida por Lucas Demare, con guion del tanguero
Homero Manzi —de origen santiagueño—, y UlysesPetit de Murat.
Ernesto Montiel, el «Señor del
Acordeón», fundador del legendario Cuarteto Santa Ana en 1942, primer conjunto
de música litoraleña en alcanzar el éxito masivo.
Como precursores de la música litoraleña
se destacaron Emilio Chamorro y Osvaldo Sosa Cordero (Anahí, Naranjerita), con
actuaciones en Buenos Aires desde los años veinte. El Tata Chamorro fundó el
conjunto Los Hijos de Corrientes en 1931, definido como «escuela
chamamecera»,63 grabó discos para RCA Víctor desde 1935, y aparece en
películas como Cándida (1939), Prisioneros de la tierra (1939) y Tres hombres
del río (1943). Sosa Cordero logró que su canción Anahí fuera incorporada al
repertorio escolar de todo el país en 1943 y grabó discos desde 1942 para el
sello Odeón, con el conjunto Osvaldo Sosa Cordero y sus Correntinos. En 1942
Ernesto Montiel e IsacoAbitbol fundaron el legendario Cuarteto Santa Ana, aún
en actividad, y que fuera el primero en alcanzar un éxito masivo. En los años
cuarenta alcanzaría un éxito de difusión el chamamé Merceditas, interpretada
por su autor, Ramón Sixto Ríos; con el paso de los años se convertiría, junto a
Zamba de mi esperanza, en la canción más popular de la historia del folklore
argentino.64
El resurgimiento del folklore se
manifestó también en la música clásica, con la aparición de compositores que
comenzaron a incorporar ritmos y tonalidades de origen nativo en sus obras. Dos
de ellos, Carlos Guastavino y Alberto Ginastera expresaron dos grandes
corrientes musicales frente al folklore: el primero encontrando en los ritmos
folklóricos un medio para una relación más directa con el gran público; el
segundo buscando en los ritmos folklóricos inspiración para experimentar con
nuevas formas musicales.
Carlos Guastavino, desde fines de los
años treinta, desarrolló una notable obra encuadrada en el nacionalismo
musical, relacionando íntimamente música clásica y música folklórica. Entre sus
obras se destacan Arroyito serrano (1939), La rosa y el sauce (1942), el ballet
Fue una vez (estrenado en el Teatro Colón en 1942), Suite Argentina (1942),
Tres romances argentinos (estrenada por la Orquesta Sinfónica de la BBC en
1949), etc. Para Suite Argentina, Guastavino compuso también la música de una
canción clásica del repertorio hispanoamericano, Se equivocó la paloma,
compuesta en 1941 con letra del poeta español Rafael Alberti, por entonces
exiliado en Argentina.65
Alberto Ginastera, desde un estilo menos
popular, compuso en la misma época obras de inspiración folklórica, como Danzas
Argentinas op. 2 para piano, Cinco Canciones Populares Argentinas, Las horas de
una estancia y Pampeana nº 1 (1947) y Ollantay (1947). Pero fue en especial el
estreno de la suite orquestal de su ballet Estancia, en 1941, la que consagró
al músico.
En 1948 el simple Amémonos (RCA Víctor),
interpretado por Antonio Tormo, vendió un millón de placas, superando incluso
en ventas a los discos de tango de Carlos Gardel,66 por entonces líder
indiscutido de la música popular argentina. El éxito estaba indicando la
popularidad creciente de la música folklórica argentina y anticipaba el boom
del folklore que se desencadenaría poco después.67En 1949 Buenaventura Luna
puso en el aire por Radio Belgrano un programa llamado El canto perdido, con el
fin de realizar una «antología bárbara» del «canto perdido en las tradiciones argentinas»,
con interpretaciones del grupo Los Manseros de Tulum.68Al reivindicar «lo
bárbaro», Luna se oponía a la dualidad «civilización o barbarie» que estableció
Domingo F. Sarmiento, aceptada como un principio básico de la cultura oficial
argentina, incluyendo en la noción de «barbarie» a la cultura folklórica de
origen afro-hispano-indígena, y paradigmáticamente la cultura gauchesca.69
Carlos Vega (1898-1966). En los años
treinta sentó las bases del Instituto Nacional de Musicología que lleva su nombre
e inició los estudios sobre música y danzas folklóricas en Argentina.
Simultáneamente, en un reportaje radial,
Buenaventura Luna ponía de manifiesto el sustrato sociocultural que estaba
impulsando la cada vez mayor popularidad de la música de raíz folklórica:
Una forma de civilización puede
derrumbarse y se derrumba, pero la cultura no. A la larga el hombre siente la
necesidad de buscarse en lo nacional, en sus cantares y en sus coplas. Es lo
que está ocurriendo en Buenos Aires. Los provincianos han dejado de ser
provincianos vergonzantes y se han animado a entonar las canciones del terruño
en todos los puntos de la gran capital. Se ha llegado al desencanto ante lo
foráneo, que abrumaba. ¡Y cómo abrumaba...! Hemos llegado al verdadero
nacionalismo, sin vinchas ni divisas, que se soñaba desde la época de la
Organización.
Buenaventura Luna.60
Finalmente, el resurgimiento de la
música folklórica se manifestó también en la aparición de los estudios e
investigaciones sobre el tema, destacándose entre ellos la obra de
investigadores como Carlos Vega, Isabel Aretz (1909-2005) y Augusto Raúl Cortázar
(1910-1974). Carlos Vega (1898-1966), creó en 1931 el Gabinete de Musicología
Indígena en el Museo Argentino de Ciencias Naturales de Buenos Aires, que se
organizaría como entidad autónoma en 1948 con nombre de Instituto de
Musicología, que llevaría su nombre a partir de 1963. Vega identificó y analizó
los instrumentos nativos, y los ritmos y danzas folklóricas de Argentina,
difundiendo sus hallazgos en obras fundamentales, como Danzas y canciones
argentinas (1936), la serie Bailes tradicionales argentinos (años cuarenta), La
música popular argentina (1944), Música sudamericana (1946), Los instrumentos
musicales aborígenes y criollos de Argentina (1946), Las canciones folklóricas
argentinas (1963), etc.7071
El boom del folklore
Artículo principal: Guardia Nueva
(historia del tango)
Antonio Tormo lanzó en 1950 la canción
El rancho 'e la Cambicha, que vendió 5 millones de unidades, cifra nunca
superada. Allí se inicia el «boom del folklore» en Argentina.
En los años cincuenta se produciría el
llamado «boom del folklore», un fenómeno de difusión masiva y gusto por la
música popular de raíz folklórica que obedeció a múltiples causas:
la masiva migración, desde los años
treinta, hacia Buenos Aires de trabajadores provenientes del llamado «interior»
del país, de extracción cultural y étnica diferente de los inmigrantes europeos
—mayormente italianos— que habían llegado hasta ese momento, durante siete
décadas, y que estaban más ligados al tango;
la expansión de los medios de
comunicación de masas como la radio, el cine y el disco y la aparición de la
televisión;
el proceso de industrialización y
urbanización;
el mejoramiento de las condiciones de
vida de una extensa clase asalariada y una amplia clase media y la aparición de
una sociedad de consumo.
En 1949, el presidente Juan D. Perón
dictó el Decreto 3371/1949 de Protección de la Música Nacional, disponiendo que
las confiterías y lugares públicos debían ejecutar un 50% al menos de música
nativa, norma consolidada en 1953 con la Ley N.º 14.226, más conocida como Ley
del Número Vivo, que ordenaba incluir artistas en vivo en las funciones
cinematografícas. Las medidas promovieron una explosión de artistas y grupos
folklóricos.72
En 1950 el cantante mendocino Antonio
Tormo lanzó, en disco simple de 78 rpm, la canción "El rancho 'e la
Cambicha", de Mario Millán Medina, impulsora del rasguido doble.7374De
la misma se vendieron 5 millones de discos, un récord nunca superado en
Argentina, una cantidad que prácticamente implicaba que todos los hogares con tocadiscos
habían comprado un ejemplar. De hecho, en aquel 1950 el tango resultó
postergado en las ventas, por primera vez, por una canción popular proveniente
del folklore.Nota 1
Tormo, llamado «el cantor de los
cabecitas negras» y reconocido como el «inventor del folklore de masas», sería
prohibido por la dictadura autodenominada Revolución Libertadora que derrocó al
presidente Perón en 1955.76
Yo me transformé en el vocero del
cabecita; del chico provinciano que venía a Buenos Aires a trabajar.
Antonio Tormo (2002)76
Ese mismo año Polo Giménez se hizo
famoso al estrenar su zamba "Paisaje de Catamarca", grabada en simple
y álbum por el conjunto de Carlos Montbrun Ocampo (Nendivei) —en el que Giménez
se desempeñaba como pianista—, y difundido en su popular programa Las Alegres
Fiestas Gauchas en Radio Splendid.7778El propio Polo Giménez en su libro De
este lado del recuerdo, relata ese momento así:
Todavía la palabra «folklore» era un
poco tabú, porque era sinónimo de vino, farras, borracheras de gente de baja categoría.77
Atahualpa Yupanqui, perseguido en
Argentina, alcanza el éxito en París al actuar junto a ÉdithPiaf el 7 de julio
de 1950.
Al mismo tiempo, el pergaminense Héctor
Roberto Chavero, mejor conocido como Atahualpa Yupanqui ("Camino del
indio", "El arriero", "Luna tucumana", "Criollita
santiagueña", "Duerme negrito", "Viene clareando",
"Los ejes de mi carreta"), que era perseguido y marginado en
Argentina «por comunista y guitarrero»,79 se radicó en Francia, donde alcanzó
un éxito rotundo al cantar con ÉdithPiaf el 7 de julio de 1950.80A raíz de eso
al año siguiente, grabaría tres discos simples en la discográfica francesa Le
Chant du Monde, en los que se destacó la "Baguala de los minores"
(sic, por mineros),81 luego retitulada "Soy minero", antecedente de
la canción de protesta latinoamericana, que se extendería en las siguientes dos
décadas. A partir de los años sesenta, «don Ata», como se lo llamaba
cariñosamente, será reconocido como máximo exponente de la música folklórica
argentina de todos los tiempos. Una chacarera con letra del poeta Miguel Ángel
Morelli y música de Mario Álvarez Quiroga, llamada precisamente "A don
Ata", sintetiza su obra y concluye con el siguiente estribillo:
Ahí anda don Atahualpa por los caminos
del mundo,
Con una copla por lanza marcando los
cuatro rumbos.
Que Dios lo bendiga, lo tenga en la
gloria
por tanto recuerdos lindos y por su
memoria.
"A don Ata", Miguel Ángel
Morelli
Desde fines de los 1940 se destacaron
los autores como los cuyanos Hilario Cuadros, Juan Gualberto Godoy, Eduardo
Troncozo, el santafesino Ariel Ramírez, Armando Tejada Gómez, Hamlet Lima
Quintana (porteño autor de las letras de varias célebres zambas).
En 1956 tres cuartetos fundamentales de
la música folklórica argentina lanzan sus álbumes iniciales: Éxitos de Los
ChalchalerosVol 1,82Los Cantores de Quilla Huasi,83 y Canciones de cerro y
luna de Los Fronterizos.84 En 1957 Jorge Cafrune y Tomás Tutú Campos entre
otros forman Las Voces de Huayra.
Los Chalchaleros, que habían debutado en
1948 en Salta, no solo incorporaron gran cantidad de temas nuevos al cancionero
folklórico popular ("Lloraré", "Zamba del grillo",
"Sapo cancionero", etc.), sino que impusieron un estilo musical, a
partir de un nuevo modelo de conjunto folklórico básico: cuatro integrantes,
con dos barítonos, un tenor y un bajo, que tocan tres guitarras y un bombo.85
Los Chalchaleros.
En 1956 Los Chalchaleros lanzan su
primer álbum, Éxitos de Los Chalchaleros (volumen 1). Impusieron el cuarteto de
tres guitarras y bombo como nuevo tipo de conjunto de música folklórica,
inspirando la creación de gran cantidad de grupos de estructura similar.
Los Chalchaleros se instalaron como uno
de los principales conjuntos clásicos del folklore argentino, junto a Los
Fronterizos ("El quiaqueño", "Zamba de Anta", "La
López Pereyra", Los Cantores del Alba ("La Felipe Varela",
"Tonada del viejo amor", "Anocheciendo zambas",
"Carpas de Salta"), Los Andariegos ("El cóndor vuelve"),
Los de Salta ("Flor de lino", "La compañera"), Los Cantores
de Quilla Huasi ("Zamba de la toldería"), Los TucuTucu ("Zamba
de amor y mar", "Candombe para José"), Los Nocheros de Anta
("Zamba para no morir", "Canción de lejos"), entre tantos
otros.
El boom del folklore también permitió la
difusión masiva de músicos y cantantes que en muchos casos ya venían actuando
en la escena de la música nativa desde varios años antes, como los virtuosos
guitarristas Abel Fleury ("Estilo pampeano") y Eduardo Falú
("Zamba de la Candelaria", "La nochera"), la cantante
Margarita Palacios ("Recuerdo de mis valles"), el bandoneonista Payo
Solá ("La marrupeña"), el violinista Sixto Palavecino ("La ñaupañaupa"),
Rodolfo Polo Giménez ("Paisaje de Catamarca", "Del tiempo
i’mama"), AtutoMercau Soria y Ariel Ramírez, entre muchos otros. Este
último grabaría con Los Fronterizos en 1964 una de las obras culminantes de la
música argentina, la Misa Criolla.
En 1965 Tomás Tutú Campos sin dudas una
de las voces inigualables que dio el folklore, fundador de dos de los conjuntos
más espléndidos de la época, Las Voces de Huayra junto a Jorge Cafrune entre
otros, y de Los Cantores del Alba. Tutú es reemplazado en Los Cantores del Alba
por Santiago Gregorio Escobar y decide realizar una carrera como sólista donde
graba junto a la orquesta de Waldo de los Ríos y también con guitarras de
Remberto Narváez y Luis Amaya entre otros, interpretando temas como
"Guitarra trasnochada", "Noches isleñas", "El
cocherito" y "Llorando estoy" entre otros.
En la música litoraleña, en este período
también alcanzan el éxito músicos que venían actuando desde los años cuarenta,
como Tránsito Cocomarola ("Puente Pexoa", "Kilómetro 11")
—en cuyo homenaje se celebra el Día del Chamamé—,86 y Tarragó Ros ("La
guampada" y "A Curuzú") —conocido como el Rey del Chamamé—,87 a
los que se sumaron figuras nuevas como la notable voz de Ramona Galarza
("Merceditas",88"Pescador y guitarrero", "Virgencita
de Caacupé", "Trasnochados espineles") —llamada la Novia del
Paraná.89En Entre Ríos, Linares Cardozo realizó una notable obra de
preservación del folklore entrerriano, en especial de la chamarrita, además de
aportar sus propias obras al cancionero folklórico, como la conocida
"Canción de cuna costera" y "Soy entrerriano", considerado
el himno de la provincia.9091
Folklore dinámico, Nuevo Cancionero, MPA
Los Huanca Hua, fundado en 1960,
renovaron las formas de interpretar el folklore. En la imagen la formación de
1963: Chango Farías Gómez, Carlos Coco del Franco Terrero, Marián Farías Gómez
(había reemplazado a Hernán Figueroa Reyes), Guillermo Urien y Pedro Farías
Gómez.
En los años sesenta se amplificaría el
boom del folklore con el lanzamiento de los grandes festivales de música
folklórica como el Festival de Cosquín (1961) y el Festival de Jesús María
(1966), pero sobre todo con la aparición y difusión masiva de formas musicales
renovadoras, en un proceso de alcance continental que adoptó denominaciones
como los de «nueva canción latinoamericana», «proyección folklórica» y
«folklore dinámico» o siglas como MPA (Música Popular Argentina), con sus
equivalentes en otros países sudamericanos como Brasil (MPB) y Uruguay
(MPU).92
En 1968, el crítico musical Miguel
Smirnoff, al presentar el álbum del Cuarteto Vocal Zupay publicado bajo el
sugestivo título de Folklore sin mirar atrás Vol. 2, decía lo siguiente:
Es probable que muy pocas veces en el
mundo —el caso brasileño es una de las excepciones— haya avanzado la música
nacional de un país, en profundidad y riquezas, tanto como la argentina en los
últimos años. [Se trata de] la creación de «eso» que, tal vez, sea expresión
fiel de nuestro país en el mundo: la Música Popular Argentina, así, con
mayúsculas, integrando los elementos del tango y el folklore a una base rítmica
y melódica de valor universal y fácil comprensión en cualquier parte.93
En 1960, el Chango Farías Gómez formó
Los Huanca Huá, un grupo vocal que a partir de la introducción de complejos
arreglos polifónicos, renovaría profundamente la música de raíz folklórica en
Argentina y América Latina. Los Huanca Hua, en su formación inicial, estaba
integrado también por Pedro Farías Gómez —quien asumiría la dirección desde
1966—, Hernán Figueroa Reyes —reemplazado poco después por la notable cantante
Marián Farías Gómez—, Carlos del Franco Terrero y Guillermo Urien.
El folklore coral ya tenía antecedentes
como la sorprendente experiencia precursora del Cuarteto Gómez Carrillo en los
años cuarenta y cincuenta,94 o el conjunto Llajta Sumac,95 Los Andariegos, el
Cuarteto Contemporáneo,96 el Conjunto Universitario "Achalay" de La
Plata, y Los Trovadores del Norte (Puente Pexoa), ya en los años cincuenta.
Pero sería el éxito de Los Huanca Hua lo que impulsaría la formación de grupos
vocales en Argentina. Hasta ese momento la mayoría de los conjuntos trabajaba a
dos voces, excepcionalmente a tres voces. Los grupos vocales —íntimamente
relacionados con un proceso de desarrollo de los coros menos visible pero de
gran alcance— comenzaron a introducir cuartas y quintas voces, contrapuntos,
contracantos y en general a explorar las herramientas musicales de la polifonía
y de antiguas formas musicales diseñadas para el canto, como el madrigal, la
cantata, el motete, entre otras.
Siguiendo las posibilidades innovadoras
para la música folklórica y popular que abrían los arreglos vocales, se crearon
entonces varios grupos vocales como el Grupo Vocal Argentino, el Cuarteto Zupay
(Marcha de San Lorenzo), Los Trovadores (Platerito), el Quinteto Tiempo, Opus
Cuatro (A la mina no voy), Contracanto, Markama (Zamba landó), HuerqueMapu,
Buenos Aires 8, Quinteto Santa Fe, Cantoral, Anacrusa, Santaires, De los Pueblos,
Intimayu, etc. El movimiento se extendió a otros países de la región, como fue
el destacado caso del grupo chileno Quilapayún y su obra máxima, la Cantata de
Santa María de Iquique (1969), de enorme influencia en toda América Hispana.
También en 1960, con motivo del 150º
aniversario de la Revolución de Mayo, Waldo de los Ríos —hijo de la notable
cantante Martha de los Ríos (La Shalaca)—, ejecutó y grabó en un álbum su
Concierto de las 14 provincias, dando inicio a una expresión musical que
combinaría audazmente la música moderna con los ritmos de raíz folklórica, que
se manifestaría más adelante en varios álbumes y el quinteto Los Waldos,
destacándose su tema Tero-tero. Un camino similar seguiría Eduardo Lagos.
Monumento a Manuelita en Pehuajó, el famoso
personaje de la canción de María Elena Walsh.
Poco después, el dúo Leda y María,
integrado por María Elena Walsh y Leda Valladares, presentó los espectáculos
Canciones para mirar (1962) y Doña Disparate y Bambuco (1963), que «marcaron un
hito en la historia cultural de los años sesenta».97De allí surgió una forma
mucho más abierta de comprender la música folklórica y, sobre todo, una serie
de canciones y personajes infantiles que formaron a varias generaciones, con
clásicos como Manuelita, La vaca estudiosa en estilo de baguala, El reino del
revés con forma de carnavalito, entre muchas otras.98Separada ya de María
Elena Walsh, Leda Valladares se dedicó a recopilar y recrear el canto ancestral
andino —al que años más adelante se referirá como «grito en el cielo»—, para
confeccionar el Mapa Musical Argentino, registrado en once álbumes lanzados en
esa década.99
En 1962 los Huanca Hua ganaron el Premio
Revelación Cosquín junto al trío Tres para el folklore (Luis Amaya, Chito
Zeballos y Lalo Homer), quienes ese mismo año lanzaron el álbum EP
Guitarreando,100 —incluye una interpretación antológica del clásico paraguayo
Pájaro campana— renovando profundamente el uso de las guitarras en la música
folklórica y que se volvería el modelo a seguir.
Casi simultáneamente, un grupo de
músicos radicados en Mendoza, encabezados por Mercedes Sosa, Armando Tejada
Gómez y Oscar Matus, lanzan el Movimiento del Nuevo Cancionero, reivindicando
figuras del folklore argentino que habían permanecido marginadas, como Atahualpa
Yupanqui y Buenaventura Luna, la necesidad de terminar con el enfrentamiento
tango-folklore, y la propuesta de diseñar un cancionero «nacional» y
latinoamericano, abierto a todos los estilos, pero que evitara a su vez la
música puramente comercial.101102103
Aunque muchos folkloristas no adhirieron
estrictamente al Movimiento del Nuevo Cancionero, su impacto genérico renovó
completamente la canción argentina, abriendo campo a lo que se denominara
música popular argentina (MPA), un concepto creado con el fin de superar la
antinomia folklore-tango o la oposición música tradicional-música moderna. El
Movimiento del Nuevo Cancionero se proyectó también como movimiento musical
latinoamericano, formando parte del Movimiento de la Nueva Canción.
Entre los muchos artistas que adhirieron
expresamente al movimiento del Nuevo Cancionero se encuentran César Isella,
Hamlet Lima Quintana (Zamba para no morir), Ramón Ayala (El mensú), Los
Andariegos, Quinteto Tiempo (Quien te amaba ya se va), Las Voces Blancas (Pastor
de nubes), Horacio Guarany (Si se calla el cantor, Si el vino viene), el dúo
compositor del Cuchi Leguizamón y Manuel J. Castilla (Balderrama, La Pomeña),
los Hermanos Núñez (Chacarera del 55), Ariel Petrocelli (Cuando tenga la
tierra), Daniel Toro (Zamba para olvidarte), Chito Zeballos (Zamba de los
mineros), etc.
Eduardo Lagos. Portada de su influyente
álbum Así nos gusta (1969), manifiesto de la proyección folklórica.
Otra línea renovadora del folklore,
denominada música de proyección folklórica, tuvo exponentes destacados, como el
ya mencionado Waldo de los Ríos y Eduardo Lagos. Lagos, quien ya había
expresado su visión renovadora en temas como la chacarera La oncena (1956),
grabaría en 1969 el álbum Así nos gusta (1969), en el que también participa Astor
Piazzolla, que influiría fuertemente en las nuevas tendencias musicales del
folklore. Lagos, fue también el eje de una serie de reuniones de improvisación
y experimentación folklórica informal en su casa, bautizadas humorísticamente
por Hugo Díaz como folkloréishons, que a la manera de las jamsessions del jazz,
solía reunír a Lagos, Piazzola y Díaz, con otros músicos como Domingo Cura,
Oscar Cardozo Ocampo, Alfredo Remus y Oscar López Ruiz, entre otros. Por
entonces Lagos escribía:104
Sabemos perfectamente que no estamos
«haciendo folklore», pues el folklore ya está hecho y, a lo sumo, podremos
hurgar en su esencia y en sus raíces para proyectarlo hacia hoy.
Eduardo Lagos105
Otros folkloristas destacados del
período son el charanguista Jaime Torres, el quenista Uña Ramos, el
percusionista Domingo Cura, Jorge Cafrune (El orejano, Virgen india), Carlos Di
Fulvio (Guitarrero), Los del Suquía (De Alberdi), Los Visconti (Mama vieja),
Los Manseros Santiagueños (Añoranzas), el bombista y cantante Chango Nieto
(Zamba a Monteros), el Chango Rodríguez (Luna cautiva), Hernán Figueroa Reyes
(El corralero de Sergio Sauvalle), Las Voces de Orán (Zamba del fuellista),
Suma Paz, Los Carabajal (Un domingo santiagueño), Los Arroyeños (Que se vengan
los chicos), Los Indios Tacunau, el músico argentino-paraguayo Oscar Cardozo
Ocampo (Zamba del nuevo día), el intérprete de armónica Hugo Díaz, Coco Díaz
("Para ti a conta"). El Cuchi Leguizamón junto al Dúo Salteño aportan
con sus interpretaciones una evolución en cuanto a lo melódico, lo armónico y
poético.
Entre los intérpretes de música sureña o
surera, se destacaron José Larralde (Herencia para un hijo gaucho), Argentino
Luna (Mire qué lindo es mi país paisano), Alberto Merlo (La Vuelta de
Obligado), Roberto Rimoldi Fraga (Argentino hasta la muerte), Omar Moreno
Palacios (Sencillito y de alpargatas), entre otros. En el canto patagónico se
destacaron el poeta Marcelo Berbel (La Pasto Verde) y sus hijos, los Hermanos
Berbel (Quimey Neuquén ), mientras que en la música litoraleña apareció Cacho
Saucedo (Sapukay de triunfo macho), María Helena (Canto islero), el
acordeonista Raúl Barboza y Los Hermanos Cuesta (Juan de Gualeyán).
En 1964 Jorge Cafrune conoció por medio
de Los Hermanos Albarracín una zamba compuesta por un empresario de la
construcción mendocino, aficionado al folklore, y decidió incluirla en su
segundo álbum. La canción era Zamba de mi esperanza, de Luis Profili,
registrada con el seudónimo de Luis H. Morales, y se convertiría, con
Merceditas, en el tema más popular de la música folklórica argentina, tanto
nacional como internacionalmente.64
Ariel Ramírez, probablemente el
compositor más importante de la música folklórica argentina. Autor de la Misa
Criolla, Mujeres Argentinas, Cantata Sudamericana, y canciones como Alfonsina y
el mar, Juana Azurduy, Antiguos dueños de flechas, etc.
En 1965 se estrenó la película Cosquín,
amor y folklore de Delfor María Beccaglia, con las actuaciones de Elsa Daniel y
Atilio Marinelli y la interpretación de temas musicales por los principales
artistas del folklore como Atahualpa Yupanqui, Los Chalchaleros, Los
Fronterizos, Los Cantores de Quilla Huasi, Los Huanca Hua, Los Trovadores,
Eduardo Falú, Ramona Galarza, Ariel Ramírez, El Chúcaro y Norma Viola, Los
Cantores del Alba, El Chango Nieto, Jorge Cafrune, Tomás Tutú Campos, Los
Arribeños, Los de Salta, etc.
En 1968 Coco Díaz y Carlos Carabajal
compusieron El mimoso que se convertiría en un gran éxito en los 70s: "¿De
quién es esa boquita? Tuyitatuyita", se convertiría en un dicho popular.
Probablemente uno de los puntos más alto de esa etapa haya sido Canción con
todos (1969), compuesta por César Isella y Armando Tejada Gómez y cantada por Mercedes
Sosa, que se ha convertido virtualmente en el Himno de América Latina.106
En este período también se produjeron
intentos de vincular más estrechamente el folklore con otras manifestaciones de
la música popular argentina y latinoamericana. Entre ellos se destacaron los
intercambios con el llamado rock nacional, como los que realizaran la banda
Arco Iris, liderada por Gustavo Santaolalla, especialmente en su álbum
Sudamérica o el regreso a la Aurora (1972), Roque Narvaja (Chimango, 1975),
León Gieco y Víctor Heredia.
También se destacaron los álbumes de Los
Cantores de Quilla Huasi dedicado íntegramente al tango (publicado
originalmente en 1972 en Japón bajo el título La cumparsita y relanzado en 1975
en la Argentina como Tangos por Los Cantores de Quilla Huasi) y de Los Cantores
del Alba interpretando canciones mexicanas, en la serie Entre gauchos y
mariachis, lanzados entre 1975 y 1977.En el año 1969 compuso la música de
Canción con todos, con letra del poeta Armando Tejada Gómez, declarada “Himno
de Latinoamérica” por la Unesco en el año 1990, posteriormente Tejada Gómez
sería uno de los cantautores más perseguidos autodenominado Proceso de
Reorganización Nacional,
En 1972 y 1973, se estrenaron las
películas Argentinísima y Argentinísima II, de Fernando Ayala y Héctor Olivera,
documentales musical-folklóricos, filmada en escenarios naturales de todo el
país, con participación de los principales artistas del folklore argentino.107
El colectivo de nueva canción Canto
Popular Urbano (CPU) realizando un homenaje a Pablo Neruda en Buenos Aires,
1973.
De 1973 y 1974 datan los famosos
conciertos en vivo realizados por el músico estadounidense Paul Simon con el
grupo Urubamba, integrado por los argentinos Jorge Milchberg (charango), Uña
Ramos (quena y siku) y Jorge Cumbo (flauta), y el uruguayo Emilio Arteaga
(percusión). El éxito de los mismos llevó la música andina a su consagración
mundial e hizo de El cóndor pasa la canción más conocida del folklore
indoamericano. Los recitales están grabados en dos álbumes: Paul Simon in
Concert: Live Rhymin con los registros de los dos recitales realizados en el
Royal Albert Hall de Londres en junio de 1973, y Paul Simon in
concertlivecomposin' and the Band, grabado en Tokio el 20 de febrero de 1974.
En septiembre de 1974 el gobierno de la
presidenta María Estela Martínez de Perón secuestró y destruyó el máster y los
discos de la Misa para el Tercer Mundo, interpretada por el Grupo Vocal
Argentino Nuevo, con música de Roberto Lar y textos del sacerdote Carlos
Mugica, este último asesinado pocos meses antes por la organización terrorista
Triple A. La obra se preservó a partir de algunas pocas unidades que habían
sido distribuidas y recién volvió a interpretarse en 2007.108109
Algunos de los grandes trabajos de esta
etapa son:
el álbum Concierto de las 14 provincias
(1960), de Waldo de los Ríos;
el álbum Folklore en Nueva Dimensión
(1964), por Ariel Ramírez, Jaime Torres y Domingo Cura;
el álbum El Chacho. Vida y muerte de un
caudillo (1965), por Jorge Cafrune, obra integral con letra de León Benarós y
música de Eduardo Falú, Carlos Di Fulvio, Ramón Navarro y Adolfo Ábalos;
el álbum Misa Criolla (1965), de Ariel
Ramírez, por Los Fronterizos y Jaime Torres en el charango, coro y orquesta;
el álbum Romance a la muerte de Juan
Lavalle (1965), obra de Eduardo Falú y Ernesto Sabato;
el álbum Folklore sin mirar atrás
(1967), del Cuarteto Vocal Zupay;
el álbum Folklore dinámico (1967), de
Los Waldos, publicado en España;
la gira De a caballo por mi Patria
(1967), realizada por Jorge Cafrune en homenaje al Chacho Peñaloza, con la que
recorrió todo el país;110
el álbum Juguemos en el mundo (1968), de
María Elena Walsh, donde aparece Serenata para la tierra de uno;
el álbum Canto Monumento (1968), de
Carlos Di Fulvio, una de las grandes obras integrales del músico cordobés;
el álbum Así nos gusta (1968), de
Eduardo Lagos, con Astor Piazzolla, Hugo Díaz y Oscar Alem;
el álbum El mimoso (1968), de Coco Díaz
el álbum Mujeres Argentinas (1969), obra
de Ariel Ramírez y Félix Luna, interpretado por la cantante Mercedes Sosa y el
organista Héctor Zeoli, que incluye entre otros, el tema Alfonsina y el mar;
el álbum El Canto de Salta (1971), de
Dúo Salteño, con Gustavo Cuchi Leguizamón dónde se encuentra Zamba de
Balderrama
el álbum Homenaje a Violeta Parra
(1971), de Mercedes Sosa, donde se encuentra Gracias a la vida;
el álbum El arte de la quena (1971), de
Uña Ramos;
el álbum Camerata Bariloche: Eduardo
Falú (1972), que grabó la interpretación de la Suite Argentina para guitarra,
cuerdas, corno y clavecín de Eduardo Falú, y Jeromita Linares de Carlos
Guastavino, realizada el año anterior por la Camerata Bariloche y Eduardo Falú
en el Teatro General San Martín de Buenos Aires, con orquestación de Oscar
Cardozo Ocampo.
el álbum Las Voces Blancas cantan
Atahualpa Yupanqui (1972), de Las Voces Blancas, primer álbum íntegramente
dedicado a Atahualpa Yupanqui, máximo folklorista argentino.
el álbum Anacrusa (1973), del grupo
Anacrusa.
el espectáculo dramático-musical El
inglés, de Juan Carlos Gené y música de Rubén Verna y Oscar Cardozo Ocampo,
interpretada por el Cuarteto Zupay y Pepe Soriano (1974).
La música folklórica durante la
dictadura militar de 1976
El cantautor jujeño de origen árabe
Jorge Cafrune en 1978 desafió la censura cantando Zamba de mi esperanza en el
Festival de Cosquín y días después fue atropellado por un rastrojero (antigua
camioneta pickup) que se dio a la fuga, mientras se dirigía a caballo a Yapeyú
para realizar un homenaje a José de San Martín. Existen sospechas de que pueda haber
sido un asesinato ordenado por la Junta Militar.
La dictadura militar que tomó el poder
en 1976 afectó fuertemente la producción de la música folklórica argentina,
dañada por la censura, las listas negras y las persecuciones a las que fueron
sometidos los artistas, muchos de los cuales debieron exiliarse, debido a lo
cual muchos discos fueron grabados y difundidos fuera de Argentina (Alemania,
España, Francia, México, etc.), pero no llegaron a ser escuchados por el
público argentino. En esa época se hizo habitual que los músicos recibieran
reiteradamente la misma advertencia telefónica anónima: «o te callás o sos
tierra de cementerio».111 Las acciones represivas y listas negras contra
artistas e intelectuales a ser secuestrados o censurados, fueron conocidas como
Operativo Claridad.112
Los integrantes del grupo Markama
cuentan que "los obligaban a cambiar las letras de sus canciones porque
ciertas palabras, como «pobre», «libertad» y «pueblo», estaban prohibidas;
optábamos por cantarlas igual, pero en lengua quechua".113
En 1976 Los Andariegos lanzaron su álbum
Madre Luz Latinoamérica,114 su obra culminante y al mismo tiempo una
manifestación crítica, que los haría víctimas de amenazas y finalmente llevados
a disolverse y exiliarse en 1978.115En aquella oportunidad el grupo había
escrito lo siguiente en la contratapa del álbum:
Pero Madre Luz Latinoamérica no quiere
ser sólo una obra descriptiva. Los simbolismos usados trasuntan un auténtico
deseo de liberación y toma de conciencia. Los Andariegos, comarcanos y de larga
data, nos confundimos en la musicalidad y en la esencia hispanoamericana porque
nos sentimos y nos sabemos hijos de la Patria Grande y nos enorgullece poder
cumplimentar en ritmos e instrumentos el sueño de nuestros Libertadores: ¡América
Morena, únete, que unida serás grande...!
Los Andariegos (1976)114
En 1977 Mercedes Sosa, censurada, lanzó
uno de sus álbumes más logrados, Mercedes Sosa interpreta a Atahualpa Yupanqui,
complemento del que dedicara a las canciones de la chilena Violeta Parra, seis
años antes.116Ese mismo año, Marián Farías Gómez, también víctima del exilio y
la censura, grabó en París, con su hermano, el álbum Marian + Chango,
incluyendo la participación de Kelo Palacios y Oscar Alem; el disco recién pudo
editarse en Argentina en 1981.
Uno de los momentos más negativos de
este período es la muerte del cantante Jorge Cafrune. En enero de 1978 Jorge
Cafrune cantó Zamba de mi esperanza en el Festival de Cosquín, una tradicional
canción que el público le pedía pero que se encontraba prohibida debido a que
se refería a la esperanza.117Cafrune entonces dijo «aunque no esté en el
repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide la voy a cantar». Pocos días
después, el 31 de enero de 1978, murió atropellado por un automovilista que se
dio a la fuga cuando el artista se dirigía a caballo a Yapeyú. Existen serias
sospechas de que se trató de un asesinato ordenado por el gobierno militar y
ejecutado por el entonces teniente Carlos Villanueva,118119 a quién dos
sobrevivientes del centro clandestino de detención La Perla han señalado como
la persona que dijo que «había que matarlo para evitar que otros cantantes
hicieran lo mismo».120
Entre los trabajos destacados de este
período se encuentra la obra del cantautor Víctor Heredia, quién sufrió la
desaparición de una hermana, y compuso canciones emblemáticas para ese momento,
como Todavía cantamos, Sobreviviendo, Informe de situación. También se destaca
su álbum Víctor Heredia canta Pablo Neruda (1977), dedicado íntegramente a musicalizar
al gran poeta chileno, cuyas obras eran censuradas por las dictaduras
latinoamericanas de entonces. En este período y en el exilio, se desarrolla
gran parte de la obra innovadora del ensamble Anacrusa, fundado en 1972, cuya
éxito creciente en Argentina fue cortado abruptamente por la dictadura y el
exilio. Algo similar sucedió con los primeros álbumes del Quinteto Tiempo,
prohibidos en Argentina y difundidos exclusivamente en el exterior.
En 1978 César Isella, Cantoral, Ana
D'Anna y Rodolfo Mederos, realizaron el notable álbum titulado Juanito Laguna,
sobre el célebre niño villero de la pintura de Antonio Berni, con composiciones
de Hamlet Lima Quintana, Cuchi Leguizamón, Iván Cosentino, Jaime Dávalos,
Eduardo Falú y Armando Tejada Gómez -bajo el seudónimo de Carlos de Mendoza
para eludir las listas negras- y una introducción realizada por el propio
Berni. El álbum fue secuestrado por las autoridades y recién sería reeditado en
2005, con el agregado de dos temas de la serie, que no habían sido incluidos en
la versión original: un tema de Ástor Piazzolla y Horacio Ferrer y otro cantado
por Mercedes Sosa.121
Por su parte, el Chango Farías Gómez,
desde el exilio, constituyó un grupo denominado Cancionero de la Liberación con
el fin de actuar contra el régimen militar. El grupo logró el apoyo del
presidente de Panamá Omar Torrijos, quien les facilitó el avión presidencial
con inmunidad diplomática, que fuera utilizado para sacar del país a opositores
perseguidos.122
En este período aparece Margarito
Tereré, un personaje infantil de historieta bajo la forma de un yacaré de
cultura litoraleña, creado por el músico Waldo Belloso y su esposa la poetisa
Zulema Alcayaga. Margarito Tereré tuvo un programa de televisión, una película
(1978) y varios álbumes, donde cantaba con sus amigos canciones folklóricas
dirigidas al público infantil.123Entre las canciones más memorables se
encuentran Qué se va el cartero y El gato de la calesita. La pareja también fue
autora del Himno a Cosquín.
En 1978, se grabó en Francia la Cantata
Tupac Amaru, sobre un libro de poemas de Atahualpa Yupanqui (El sacrificio de
Tupac Amaru, 1971) y música de Enzo Gieco y Raul Maldonado, interpretado por la
Agrupación Música de Buenos Aires, dirigida por Enzo Gieco con la participación
del Coro Contemporáneo de Buenos Aires, dirigido por Jorge Armesto.124
También en 1978 se creó en México el
grupo argentino-mexicano Sanampay, dirigido por NaldoLabrin e integrado
originalmente por Eduardo Bejarano, Delfor Sombra, Caíto Díaz, Hebe Rosell y
Jorge González. Entre sus obras se destaca Coral terrestre (1982), con textos
de Armando Tejada Gómez y música del grupo Sanampay.125
En 1979 el Chango Nieto, acompañado por
el bandoneonista DinoSaluzzi grabaron el álbum El Chango Nieto interpreta a
Atahualpa Yupanqui y Homero Manzi, «porque quería romper esa división invisible
que existía», según el mismo explicó, aludiendo al tradicional divorcio entre
tango y folklore, en la música popular argentina.126
En 1979 Mercedes Sosa editó en Argentina
el álbum Serenata para la tierra de uno, tomando como mensaje el tema del mismo
título de María Elena Walsh: «Porque me duele si me quedo, pero me muero si me
voy». Poco después fue detenida en la ciudad de La Plata mientras realizaba un
espectáculo, junto con todos los espectadores que habían tomado la decisión de
asistir. El hecho la decidió a exiliarse, primero en París y luego en
Madrid.127
Luego de la Guerra de las Malvinas y la
recuperación de la democracia
En 1985 la correntina Teresa Parodi
rompió récords de ventas con su álbum El Purajhei, en donde cantaba temas
propios que se volvieron clásicos, como Pedro Canoero y Apurate José.
La Guerra de las Malvinas, iniciada el 2
de abril de 1982 tuvo un impacto notable y paradójico, sobre la música
argentina, debido a que los medios de comunicación, autorizados por el régimen
militar gobernante, comenzaron a difundir música popular argentina en grandes
cantidades, con el fin de promover el nacionalismo en la población. Este
fenómeno, que también influyó sobre el rock nacional y el tango, permitió que
volvieran a difundirse muchos de los artistas prohibidos, algunos de ellos
desconocidos por las generaciones más jóvenes, y que resurgiera el interés por
el folklore.
La cantante Suma Paz, una de las
principales intérpretes de Atahualpa Yupanqui, ejemplifica la situación
contradictoria generada por la guerra en el siguiente conflicto que mantuvo con
una empresa discográfica:
Hacia fines de los años setenta me
ofrecieron grabar una versión de La hermanita perdida (canción de A. Yupanqui
sobre las Malvinas), que al final terminé grabando en 1981. Pero pasó todo el
año y, como no salía, me la pasé llamando al sello. No me daban bolilla, hasta
que en 1982, durante la guerra de Malvinas, lo primero que hicieron fue querer
sacar el disco. Yo, que lo había esperado un montón de tiempo, me opuse y les
dije que si lo sacaban les hacía juicio. No quería hacer el papel de cierta
gente que vendía discos a rolete mientras nuestros jóvenes morían en las islas.
Era inmoral. Pero negarme me costó 12 años sin poder grabar: desde el ’82 hasta
el ’94.
Suma Paz.128
En ese contexto se produjo el regreso
del exilio de Mercedes Sosa a la Argentina y la realización de recitales en el
Teatro Ópera, luego lanzado como álbum doble bajo el título Mercedes Sosa en
Argentina. En este recital, histórico en varios sentidos, Mercedes Sosa rompió
con varios prejuicios que eran habituales en la música popular argentina hasta
ese momento, incluyendo en su repertorio canciones de rock argentino, junto a
Charly García y Fito Páez, así como tangos, como Los mareados.
En el ’81 fui a ver Submarino
amarillo129 en España, y me admiré y me dio vergüenza de mí misma, por haber
tenido el prejuicio de no verla cuando se estrenó. De la misma manera yo no
había escuchado a Charly García ni a Nito Mestre. Indudablemente a ellos les
debe haber pasado lo mismo con nosotros. El ser humano está lleno de prejuicios
y preconceptos, y la falta de libertad no sólo se siente en la libertad
colectiva, sino en la libertad mental de cada persona.
Mercedes Sosa.130
En 1983 el Cuarteto Vocal Zupay y el
actor Pepe Soriano lanzan el álbum El inglés, composición musical de Oscar
Cardozo Ocampo y Rubén Verna, correspondiente a la obra teatral de Juan Carlos
Gené repuesta al regresar del exilio, ambientada en la Primera Invasión
Inglesa.
La recuperación de la democracia en 1983
permitió la difusión de una nueva generación de folkloristas, como Peteco
Carabajal (Cómo pájaros en el aire), Teresa Parodi (Pedro canoero), Antonio
Tarragó Ros (María va, Cachito campeón de Corrientes), Suna Rocha (Grito
santiagueño), Raúl Carnota (Grito santiagueño), el Chango Spasiuk, el Grupo
Huancara, la Chacarerata Santiagueña (fundada por Juan Carlos Gramajo), Rubén
Patagonia, Los Santiagueños (Peteco Carabajal, Jacinto Piedra y Juan Saavedra),
Jorge Marziali (Los obreros de Morón), el "cantor-cuentista" Mario
Bofill ("Cantalicio vendió su acordeón", "Viva la Pepa")
que alcanzará una enorme popularidad en la música litoraleña.
En el verano de 1985, en consonancia con
la política cultural de gobierno democrático asumido en diciembre de 1983, el
canal estatal de televisión decidió transmitir en directo para todo el país,
las dos primeras horas de cada una de las «nueve lunas» del Festival de
Cosquín. La importancia de esta medida para la difusión de la música folklórica
ha sido resumida por los organizadores del evento del siguiente modo:
Este hecho que es consecuencia directa
del pensamiento cultural que deriva del retorno de la democracia de nuestra
nación, se ha repetido a partir de ese año en forma consecutiva, logrando en
casi todas las oportunidades el rating más alto correspondiente en la
programación de los cuatro canales televisivos de la Capital Federal.
Comisión Municipal de folklore de
Cosquín.131
En 1985 y 1986 León Gieco inició su
proyecto De Ushuaia a La Quiaca, con el que recorrió el país generando y
recogiendo estilos y versiones musicales populares. Reflexionando sobre el
acontecimiento Gieco ha dicho que «fue posible que el rock y el folklore
dejaran de mirarse con desconfianza; hoy ya no es así y con aquella gira todo
empezó a cambiar».132
Simultánemente, el Chango Farías Gómez,
recién vuelto del exilio, formó el grupo Músicos Populares Argentinos (MPA),
con Peteco Carabajal, Jacinto Piedra, Verónica Condomí y Rubén Izarrualde, «que
transformó el repertorio folklórico en los años ochenta, con arreglos
originales y la incorporación de instrumentos eléctricos. MPA fue tan
rupturista para la época que le valió a Peteco Carabajal un histórico abucheo
en su propia tierra, Santiago del Estero, porque volvía tocando una chacarera
con guitarra eléctrica».133 En el mismo sentido y también en 1985, la banda
punk rock argentina Soda Stereo, lanzó la canción Cuando pase el temblor, en
ritmo de carnavalito andino, obteniendo un enorme éxito continental.134
En 1986 el trío Vitale-Baraj-González
(Lito Vitale-Bernardo Baraj-Lucho González), vinculado al rock, actuó en el
Festival de Cosquín donde ganaron el Premio Consagración, destacándose con una
versión revolucionaria de Merceditas que quedó como emblema de la
agrupación.135136Reflexionando sobre el éxito popular del grupo Baraj
reflexionaría más tarde diciendo:
Logramos llevar adelante un concepto que
no tenía antecedentes en la historia de la música popular argentina.137
En 1987, la entrerriana Liliana Herrero
(Villaguay, 1948) se lanzó como solista realizando un «folklore supermoderno»,
incorporando abiertamente el rock.138Ese mismo año, Ramón Navarro y Héctor
David Gatica grabaron La Cantata Riojana y el grupo Sin Límites, dirigido por
Oscar Cardozo Ocampo, el álbum del mismo nombre. En la música litoraleña el
trombonista Abelito Larrosa Cuevas y el guitarrista Mateo Villalba realizaron
el álbum Juntata linda en el litoral, con participación del acordeonista
IsacoAbitbol en dos temas.
En 1991, el sikuri Uña Ramos lanzó su
álbum Puente de Madera, con la colaboración de José Luis Castiñieira de Dios y
Narciso Omar Espinosa, el primero de una serie de obras de creación propia, que
obtuvo el Gran Premio Internacional de Disco de la Academia Charles Cros.
En 1993 el grupo de rock Divididos lanza
una versión folklórico-roquera del tema tradicional El Arriero, de Atahualpa
Yupanqui, que obtuvo una excelente recepción en el público joven y generó un
apasionado debate sobre los límites del folklore.
En 1994 Leda Valladares lanzó Grito en
el cielo, volúmenes 1 y 2, en el que recopila bagualas y vidalas cantadas por
coplistas de las comunidades rurales andinas y por músicos profesionales de
todos los géneros como Suna Rocha, Pedro Aznar, Fito Páez, Liliana Herrero,
Oscar Palacios, Raúl Carnota, Federico Moura, Daniel Sbarra, Fabiana Cantilo,
León Gieco, Gustavo Santaolalla, Gustavo Cerati, el grupo Mitimaes, entre
otros. Ese mismo año, Raúl Mercado, exintegrante de Los Andariegos, compuso la
Cantata a los libertadores sobre poemas de Canto general de Pablo Neruda,
estrenándola en la casa de José de San Martín en Boulogne-sur-Mer, en Francia.139
Soledad Pastorutti, La Sole, alcanzó la
fama cuando tenía quince años y se volvió una de las máximas figuras actuales
de la música folklórica argentina.
En 1995 una adolescente de catorce años,
Soledad Pastorutti, proveniente del pueblo de Arequito, se destacó en las peñas
callejeras que rodean el Festival de Cosquín llevando a los organizadores a
invitarla para cantar en el mismo. Sin embargo en el momento de salir al
escenario sufrió la frustración de que las autoridades se lo impidieron debido
a una ordenanza local que prohíbe que menores de quince años actúen en
espectáculos públicos luego de la medianoche.140Al año siguiente Soledad, la
Sole, apadrinada por César Isella, volvió para presentarse en el Festival, con
cobertura nacional de la televisión, realizando una actuación memorable que
cerró cantando a dúo con su hermana Natalia la chacarera A Don Ata, de Miguel
Ángel Morelli y Mario Álvarez Quiroga, y obteniendo el premio Revelación
Cosquín 1996.141Años después Soledad recordaría ese momento con las siguientes
palabras:
Cosquín representa el nacimiento de mi
carrera artística, el nacimiento de Soledad como artista. Aquella noche de 1996
fue mágica, me marcó muchísimo a mí y también al público... Cada persona que me
encuentro me dice que me vio esa noche, como si todos hubieran estado allí,
como que fue un momento mágico.
Soledad Pastorutti.142
Inmediatamente después Soledad lanzó su
primer álbum, Poncho al viento,143 que vendió 800.000 álbumes y se convirtió
en uno de los mayores éxitos de la historia del folklore argentino. El éxito
explosivo de Soledad abrió una corriente de identificación de los adolescentes
y los jóvenes con la música de raíz nativa, que se prolongaría en los años
siguientes con nuevos artistas; por el impacto popular los medios de
comunicación la bautizaron el Tifón de Arequito.140
Tendencias actuales
Las últimas décadas han mostrado una
confluencia de la música popular argentina, tanto de las corrientes
provenientes del folklore, como del tango y el rock nacional, con figuras como
Soledad, Luciano Pereyra, Los Nocheros, Jorge Rojas, Abel Pintos, Facundo Toro,
el Chaqueño Palavecino, Raly Barrionuevo, el Dúo Coplanacu, Luis Salinas,
Daniel Tinte, Los Tekis, Los Alonsitos, Amboé, Los Hermanos Pachano, Tamara
Moreno, Seba Ibarra, Tonolec, Sentires del Alma, Bruno Arias, la vientista
Micaela Chauque, etc. Algunos de ellos integran una corriente que ha dado en
llamarse folklore joven.144
El 28 de enero de 1997 Mercedes Sosa
cerró el Festival de Cosquín incorporando a Charly García, uno de los emblemas
del rock argentino. El hecho fue motivo de discusiones entre quienes tienen una
versión más pautada del folklore y aquellos que tienen una actitud más abierta
a otros géneros. 145 Ambos artistas interpretaron Rezo por vos, Inconsciente
colectivo, De mí y la versión roquera de García del Himno nacional argentino y
recibieron una ovación, conformando una de las noches históricas del festival.
Mercedes Sosa por su parte anunció en ese momento su decisión de no volver a
Cosquín, agotada por las polémicas.146
En 1998 Alejandro Dolina lanzó como
álbum doble su obra Lo que me costó el amor de Laura, editada por Querencia,
definida por el autor como una opereta criolla, y se encuentra construida sobre
ritmos de tango y folklore. En 2000 la obra fue presentada en el Teatro Avenida
de Buenos Aires con gran éxito de público. En el disco la opereta está
interpretada por la Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por Pedro I. Calderón,
mientras que los personajes son interpretados por el propio Alejandro Dolina
(Manuel), Julia Zenko (Laura), Juan Carlos Baglietto (El Otro), Joan Manuel
Serrat (El Guardián), Mercedes Sosa (La Pitonisa), Sandro (El Seductor), Les
Luthiers (Los Hombres Sabios), Ernesto Sabato (El Mozo), Horacio Ferrer (El
Vecino), Marcos Mundstock (El Locutor), Los Huanca Hua (La Murga del Tiempo, el
Choro del Carnaval Triste), Martín Dolina (El Pibe), Claudia Brant (La Dama del
puente), Gabriel Rolón (El Corroborador), Ana Naón y Sonia Rolón (Las Chicas
Feas), Carlos Bugarín y Héctor Pilatti (Los Borrachos), Guillermo Stronati (El
Pelado), Elizabeth Vernaci (La Morocha).147
En 2001 Waldo Belloso y Zulema Alcayaga
lanzan el álbum Canciones para argentinitos, al que seguiría un Canciones para
argentinitos (volumen 2), con canciones propias famosas, muchas de ellas a
través de Margarito Tereré, interpretadas por músicos destacados del folklore
argentino como Paz Martínez, Yamila Cafrune, Tamara Castro, Santaires, Antonio
Tarragó Ros, Ramona Galarza, Gerardo López, entre otros.148
En 2007 apareció Argentina folklore, un
sitio web creado por el cantante folklórico Gustavo Cisneros para reunir a
músicos independientes y permitir la descarga gratuita de sus temas.149150
En 2008 el Festival folklórico de
Cosquín incluyó en su programación, por primera vez a un grupo de rock, optando
por Divididos debido a que esta banda ha incluido en su repertorio clásicos de
la música folklórica.151Entre los álbumes lanzados ese año se destaca Manolo
Juárez & Daniel Homer Cuarteto, que registra la reunión de dos de los
máximos instrumentistas de la música argentina.
En la actualidad, las nuevas
generaciones le dan su propio estilo al folklore pero intentando mantener las
raíces del mismo, con la incorporación de nuevos instrumentos, nuevos ritmos,
expresando formas de pensar que están ligadas a la sociedad y sus problemáticas
actuales.
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